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foto: andina

El campeón de la pobreza y el hortelano

La cuestión de fondo radica en establecer si, durante las vacas gordas, los gobiernos tomaron las medidas que nos encaminen hacia la inversión en el sector industrial.

Publicado: 2015-10-30

Es moneda común en estos días que Alan García y otros dirigentes apristas repitan que su segundo gobierno, no solamente ha sido mucho mejor que el primero, sino que es, de lejos, el mejor gobierno que ha tenido el Perú desde el incanato hasta hoy: nunca se redujo tanto la pobreza como entre el 2006 y el 2011. Veamos. 

En el Perú, del 2006 al 2011 la pobreza se redujo del 52.5% al 25.8%. Medida en porcentaje, la pobreza se redujo 50.9%. La reducción es notable. No cabe duda alguna. Pero las cifras deben analizarse siempre de manera comparativa, lo que se puede hacer con los datos del “Panorama Social” de la CEPAL. Lo primero es que la pobreza se redujo significativamente en todos, repetimos, todos, los países.

La reducción más importante –del 2006 al 2011– se dio en Argentina, donde cayó nada menos que 85.9% (de 30.6 a 4.3%). Le sigue Uruguay, con 68.6% (bajó de 18.8 a 5.9%) y tercero es Perú, cuyas cifras ya vimos. Cuarto es Brasil con 48.9% (bajó de 36.4 a 18.6%) y quinto Bolivia con 42.9% (de 63.6 a 36.3%). Más atrás vienen Ecuador (33.3%), Venezuela (31.5%) y Colombia (27.2%). Chile “solo” redujo la pobreza en 19.7%, pasando de 13.7 a 11%.

Concluye la CEPAL: “Prácticamente sin excepciones, se ha producido en la región una caída de la pobreza que en promedio llega a 15,7 puntos porcentuales acumulados desde 2002, pues ha bajado de 43.9 a 28.2” (Panorama Social 2013, p. 17). Leímos bien: “prácticamente sin excepciones”.

Esto también puede ser leído así: “cuando la marea sube, suben todos los botes”, más allá de la política económica de cada bote. Y la marea subió por una conjunción positiva notable: de un lado, una enorme entrada neta de capitales a todos los países de la Región, tanto de inversión extranjera directa y/o de inversión en los mercados financieros locales, en un contexto de bajas tasas de interés internacionales.

Y, de otro, por el superciclo de precios altos de los productos básicos que exporta la región: minerales (Perú y Chile), petróleo (Colombia, Ecuador, Venezuela), gas natural (Bolivia, en parte Perú), soya (Argentina, Brasil), trigo y carnes (Argentina, Uruguay). En esta conjunción positiva China jugó un rol de primer orden.

Esta “tormenta perfecta” al revés se terminó hace un par de años y estamos ahora de bajada: los capitales vienen mucho menos y los precios de los productos básicos se han caído. ¿Y la pobreza? Dice CEPAL que hay un estancamiento en su reducción. ¿Solo en algunos países? No. En todos por igual.

Hay más. En muchos países la salida de millones de personas de la pobreza puede haber sido solo temporal: podrían volver a ser pobres si las condiciones económicas empeoran. Dice Simone Cecchini de la CEPAL que “sólo en Argentina, Uruguay, Chile, Costa Rica, Brasil y Panamá más de 50% de la población no es vulnerable a la pobreza”. En el Perú, por ejemplo, la cantidad de personas que podrían volver a la pobreza (“vulnerables al empobrecimiento”) ascienden a nada menos que el 22.7% de la población.

La cuestión de fondo radica en establecer si, durante las vacas gordas, los gobiernos tomaron las medidas que nos encaminen hacia la inversión en el sector industrial para que aumenten la productividad y la competitividad, a la vez que se generan empleos estables con un sueldo digno (los programas sociales ayudan, claro que sí, pero solo son un paliativo temporal; ¿o se piensa que son eternos?).

Lamentablemente, poco se avanzó, porque se impuso la autocomplacencia (1). Se pensó que el superciclo duraría décadas y podíamos seguir aprovechando las ventajas comparativas (materias primas). ¿Para qué tener políticas que prioricen –con el Estado y el sector privado– la inversión productiva diversificada, como en el sudeste asiático y China?

Así nació el “perro del hortelano”, marca registrada del segundo gobierno de García: que los recursos naturales los exploten quienes tienen dinero, lo que no tienen las comunidades nativas. Por tanto, tabla rasa con sus derechos, lo que llevó al “baguazo”.

Ahora bien, quienes creen que esas políticas ya no se van a aplicar porque han bajado los precios de las materias primas, se equivocan. Por el contrario, en diversos países de la región (Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, México), los gobiernos están tratando de “compensar” la caída de los precios aumentando los volúmenes de exportación de las materias primas.

En el Perú, en los últimos dos años se han dado todo tipo de “incentivos a la inversión”, desde rebajas de impuestos hasta el relajamiento de normas ambientales (estudios de impacto ambiental, consulta previa), sociales (derechos de las comunidades indígenas a su territorio) y laborales. De allí el rechazo del Cusco a lo que perciben como “privatización de los monumentos históricos”, lo cual es criticado por la “prensa concentrada” como una “vuelta al populismo”, incluyendo la entrada de Petroperú al Lote 192.

Así, la discusión sobre quién es “el papá” de la reducción de la pobreza (donde, como vimos, no existe la “excepción peruana”) tiene solo un interés electorero inmediato frente a los otros contrincantes de la derecha. Menos aún constituye un programa alternativo al que han puesto en marcha Castilla y Segura, que está en la misma senda de sus predecesores desde hace 25 años. Allí no van a encontrar crítica alguna, ni de Fujimori, García o PPK. Y ese programa ya no va a funcionar.

Por eso, la verdadera discusión tiene que darse alrededor de seguir impulsando el crecimiento, pero invirtiendo la ecuación: hay que dejar de lado el piloto automático y priorizar la diversificación productiva.


Escrito por

Humberto Campodónico

Ingeniero, economista, expresidente de Petroperú (2011-2013). Actualmente es investigador principal de Desco.


Publicado en

Cristal de Mira

Un blog de Humberto Campodónico, expresidente de Petroperú.